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Relatividad lingüística: estudio contrastivo entre chino y español
03 March 2016 | By SISU Español | SISU
Fuente: Actas del VIII Congreso Internacional de la Asociación Asiática de Hispanistas, Shanghai, 2015
LI TAO
Universidad de Estudios Internacionales de Shanghai
Resumen: A lo largo del curso de investigación lingüística, la relación entre el pensamiento y el lenguaje ha sido siempre uno de los temas principales. ¿El pensamiento determina el lenguaje o al contrario? ¿Cuál es la naturaleza del lenguaje? Éstas son las cuestiones por investigar no sólo para los lingüistas sino también para los filósofos. La filosofía del lenguaje ocupa el puesto central para conocer la prioridad ontológica y metodológica entre el lenguaje y el pensamiento. Naturalmente, quien se aproxima al estudio filosófico del lenguaje habitualmente tiene algún tipo de hipótesis acerca de la conexión del lenguaje con el pensamiento. En este artículo, vamos a tomar la relatividad lingüística como el punto de partida para concretar la influencia del lenguaje sobre el pensamiento humano mediante el análisis contrastivo entre el chino y el español.
Palabras clave: Filosofía del lenguaje, relatividad lingüística, lenguaje y pensamiento
1. El lenguaje y el pensamiento
1.1 La filosofía del lenguaje
El interés de conocer la naturaleza del lenguaje me ha motivado para empezar el estudio de la Filosofía del Lenguaje e investigar las relaciones del lenguaje con el pensamiento y con el mundo.
Con el lenguaje se describe la realidad, y además el lenguaje es un vehículo observable de los pensamientos. Las relaciones del lenguaje con el pensamiento son de un gran valor para el descubrimiento de la naturaleza del primero. Para apelar estas relaciones, tomemos la Filosofía del Lenguaje como punto de partida. La Filosofía del Lenguaje es la disciplina filosófica que se ocupa del lenguaje, o mejor dicho, de la actividad verbal específica de los individuos cuando hablan y escriben.
En el curso del desarrollo de la filosofía, la reflexión sobre el lenguaje siempre lo acompaña desde el principio. De esta reflexión se puede dividir en tres fases. La primera, que coincide más o menos con la filosofía antigua y medieval, se caracteriza por el interés metafísico por el ser, es decir, sobre su valor ontológico. Hasta ahora todavía tenemos las referencias a Platón y a Aristóteles en la mente. El interés de los dos filósofos por el lenguaje derivaba en principio del interés por las representaciones mentales de la realidad asociadas a las expresiones. La segunda, que coincide con la filosofía moderna, está marcada por la consolidación del interés gnoseológico por el sujeto. Durante mucho tiempo, el lenguaje fue considerado como un puro instrumento. Se revela el instrumento para expresar la verdad, un instrumento bastante imperfecto, como demuestra la diversidad de las lenguas, percibida desde siempre como castigo divino. Hasta el siglo XVIII, el interés en analizar el pensamiento, las representaciones mentales y sus constituyentes, o sea los conceptos se limitaba en las consideraciones epistemológicas. Sin embargo, este interés da paso al posterior interés por el análisis del lenguaje cuando se considera que el lenguaje es el lugar apropiado para entender la naturaleza de los conceptos. Este cambio no supone necesariamente el reconocimiento de la prioridad ontológica del lenguaje sobre el pensamiento, pero este cambio han ayudado a los lingüistas y filósofos a entender que el estudio del lenguaje es el lugar apropiado de acceder al pensamiento. La tercera fase, inaugurada por Humboldt, se caracteriza por un interés por el lenguaje que no tiene otro fin que el lenguaje mismo. El lenguaje es considerado en sí y por sí. El pensamiento está condicionado por él.
1.2 El giro lingüístico
En el siglo XX la atención prioritaria de la filosofía se dirige al lenguaje, y el lenguaje se convierte en el eje de la filosofía. A esta situación se la conoce con el nombre de ¨giro lingüístico¨. Se trata de un cambio metodológico que afirma que el trabajo de la filosofía no puede lograrse sin un análisis previo del lenguaje.
Este movimiento lleva a la noción de que el lenguaje constituye la realidad, una contraposición a la intuición y a la tradición filosófica occidental. Mediante este movimiento filosófico, se conoce que (la mayoría de) los problemas filosóficos tradicionales son en realidad problemas lingüísticos que se solucionarán mediante el análisis del lenguaje, que es el método apropiado de la filosofía, también se afirma que el lenguaje natural se toma como el objeto de estudio de la Filosofía del Lenguaje. Dicho ¨giro lingüístico¨ de la filosofía lo dirige el gran filósofos Ludwig Wittgenstein. El mismo filósofo dice:
Los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo. Lo que no podemos
pensar no lo podemos pensar. Así pues, tampoco podemos decir lo que no podemos
pensar. Lo que puede decirse es lo que puede pensarse. Hay una correspondencia entre
lenguaje con sentido y pensamiento. [1]
2. Reflexión humboldtiana
2.1 Humboldt y su visión del mundo
Entre los filósofos que se han dedicado a la investigación de la Filosofía del Lenguaje, cabe mencionar primero el alemán Wilhelm von Humboldt que es el percursor y el filósofo y lingüista más destacable de estudiar las relaciones del lenguaje con el pensamiento y el mundo. Sus frases se citan con frecuencia, pero pocas veces son pensadas. Wilhelm von Humboldt vivió en el siglo XIX. No es sólo un filósofo prestigioso, sino también el fundador de la lingüística general. Sin embargo, en el siglo XIX, también en el siglo XX la obra de Humboldt ha restado desconocida, y su reflexión filosófica ha seguido siendo separada de su investigación lingüística. En ese momento, Humboldt aparecía como un filósofo del lenguaje cuyas consideraciones, parecían no empíricas. No obstante, a partir de mediados de los años sesenta, como resultado inmediato del ¨giro lingüístico¨ de la filosofía, tanto en filosofía como en lingüística se ha dado en llamar, el ¨renacimiento humboldtiano¨.
No se puede olvidar que gracias a la mediación e inspiración humboldtiana, no pocos lingüistas se han acercado al pensamiento de Humboldt, entre ellos, tenemos desde Saussure, pasando por Boas, hasta Edward Sapir, Benjamin Whorf y Chomsky. Son todos herederos de la tradición humboldtiana.
2.2 El órgano formador del pensamiento
En Humboldt, el desplazamiento del lenguaje al centro de la filosofía se realiza a través de una crítica a la concepción del lenguaje convencional que ve el lenguaje como un simple instrumento de comunicación. Humboldt no considera el lenguaje como un instrumento, sino un órgano. Esta metáfora separa la concepción lingüística de Humboldt de la tradicional. Según el punto de vista de Humboldt, el lenguaje es un órgano, una parte del hombre mismo. Y justamente por ser interior y no exterior al hombre, el lenguaje es originario y natural, nace cada vez como instinto, a partir de una necesidad interior de formarse a sí mismo y al mundo mediante los sonidos en una relación de consonancia con los demás.[2]
El lenguaje no se limita a poner en relación al Yo con el mundo. Para el hombre, tener un mundo significa separarse de lo que le rodea y a lo que parece vinculado, contraponiéndoselo;esta contraposición constituye el primer acto de la reflexión., el hombre está vinculado originariamente al mundo;en la unidad originaria de hombre y mundo se basa la posibilidad de conocimiento. Esta unidad se rompe con el acto de reflexión en el que el hombre se contrapone a los objetos, determinándose a sí mismo como sujeto. Este acto, necesario para que se constituya por una parte el Yo y por otra parte el mundo, es un acto lingüístico.[3]
Mucho más que un simple instrumento de comunicación, el lenguaje es ¨el medio con el que el hombre se forma simultáneamente a sí mismo y al mundo, o mejor, con el que adquiere autoconciencia separando de sí un mundo¨. Se sigue que el hombre ¨es hombre sólo mediante el lenguaje, y que el mundo es mundo sólo en tanto que se constituye lingüísticamente......Y así, del mundo que se refleja en el hombre nace entre ambos la lengua que vincula al hombre con el mundo y que fecunda a éste por medio de aquél.¨[4]
El lenguaje no es un instrumento para designar objetos ya pensados, sino que es ¨el órgano formador del pensamiento¨. Esto quiere decir que sin la palabra no se da concepto alguno y que tampoco se da objeto alguno. ¿Cómo produce el lenguaje el concepto? La formación de un objeto siempre es subjetiva. La actividad de los sentidos y la del entendimiento se combinan sintéticamente para seleccionar los rasgos y los aspectos que caracterizan al objeto, y unificarlos. En esta formación penetra necesariamente la subjetividad, la cual, como en el caso de la obra de arte, es transferida al objeto. Del proceso de unificación brota un modo subjetivo de ver el objeto, que es como la expresión de Humboldt, una ¨representación subjetiva¨. Esta representación todavía no es concepto. Para llegar a serlo, tiene que objetivarse, lo cual sólo es posible con la mediación del lenguaje. La unificación de los rasgos que constituyen la representación, o sea la exteriorización de una representación se realiza a través del sonido, y de la palabra. Es sólo mediante el sonido y la palabra como la representación, se desgaja de la actividad interior que la produce. Este desgajarse constituye la primera fase de la objetivación, que en definitiva es la transposición de la representación fuera del Yo.
La objetivación sólo aparece cumplida cuando el Yo puede percibir su propia representación objetivada realmente fuera de sí mismo, lo cual sólo es posible en el Tú. Mientras no se realice esta segunda fase de la objetivación, la representación objetivada, o mejor la palabra, sigue siendo una ilusión. Sólo cuando la palabra creada por el Yo resuena hablada por el Tú, cuando vuelve a su oído como la palabra de otro, sólo entonces la representación ¨se traduce en objetividad real¨. Hasta este momento, la representación se convierte, mediante el lenguaje, en concepto. De acuerdo con Humboldt, el Tú es indispensable para el movimiento del pensar, que incluso el individuo, cuando se retrae a su soledad íntima, al pensar habla consigo mismo como con otro. Como vemos, esta intersubjetividad del lenguaje es diferente de la del arte. En el arte la imagen pasa del Yo al Tú, pero sin retornar al primero. El lenguaje se da una reciprocidad, ya que la palabra es devuelta al Yo por el Tú. A su vez el Tú es realmente un hablante. Así se despliega un diálogo.
El diálogo es el lugar en el que se realiza la alienación del sujeto en una objetivación mediante la cual se da forma a la materia del mundo. Esta alienación es también subjetivación e interiorización del mundo objetivado. Pero esta objetivación, que es lingüística, se cumple en la intersubjetividad. Sólo en la respuesta del Tú reconoce el Yo el mundo así formado y se reconoce a sí mismo como Yo. Aquí, en la formación del mundo y en la autoformación del Yo a través del Tú, se advierte el trabajo del espíritu, cuya finalidad es la producción del lenguaje. En realidad, el lenguaje es ¨el gran punto de paso de la subjetividad a la objetividad.¨
2.3 La lingüística de carácter
Dado que el objetivo de la lengua es el discurso, el discurso es donde la lengua accede a la finalidad. La actualización de la lengua en el uso constituye el lugar privilegiado para la investigación lingüística. El discurso es como un suelo firme donde se pone la instancia epistemológica de autonomía del lenguaje, que sólo puede quedar garantizada por la consideración de la lengua en su finalidad interior. En el proceso de procurar la finalidad interior del discurso, la investigación humboldtiana del lenguaje la alcanza su culminación que es la lingüística del carácter. Humboldt sostiene que es el carácter que adquiere la lengua durante su período de afinamiento. La lengua es ¨un infinito que se despliega paulatinamente en el tiempo¨. El carácter de una lengua nace del uso, de la manera en que se actualizan sus potencialidades, y por tanto es el resultado de la acción ejercida de continuo por los hablantes sobre su lengua. Desde este punto de vista, el afinamiento se nos muestra como un proceso de individualización de una lengua. Esta individualización sólo se realiza en el carácter de la lengua. Y durante el proceso del afinamiento se forma la peculiaridad.
De modo que si se contempla la diversidad de las lenguas durante su producción real, se advertirá que esa diversidad lo es de caracteres. De este modo, lenguas que presentan una misma forma pueden, no obstante, diferir por su carácter, por ejemplo, el inglés y el español, o el francés y el español.
3. Hipótesis de la relatividad lingüística: Whorf
La idea de que la estructura de nuestra lengua afecta a nuesto pensamiento ha sido puesta de manifiesto por Sapir y principalmente por Whorf. La tesis de Whorf que aparece en Language, thought and reality, nace de su contacto con las lenguas amerindias, cuya estructura le hizo pensar que el pensamiento no era tal vez un proceso independientemente universal, sino que dependía de cada lengua concreta.
Seccionamos la naturaleza, la organización en conceptos y describimos significados porque formamos parte de un acuerdo para organizarlo de este modo. Un acuerdo que se debe al habla comunitaria y cuyos términos son absolutamente obligatorios. [5]
De acuerdo con las tesis de Whorf, los lingüístas han concluído en resumen dos formulaciones de la hipótesis Whorfiana, una es la hipótesis fuerte, y la otra es la débil. La débil sostiene que los mundos en que viven diferentes sociedades son mundos distintos y el pensamiento tan sólo es afectado o influenciado por el lenguaje. La lengua de un hablante tiene cierta influencia en la forma que el hablante conceptualiza y memoriza la "realidad". Pues, por consiguiente, realizaremos un análisis contrastivo del chino y el español aplicando los principios de la relatividad lingüística.
4. Relatividad lingüística en el chino y el español
Es de gran importancia unir la especulación filosófica con la investigación empírica. Humboldt y Whorf no son sólo teóricos talentados, sino también percursores en la investigación empírica. Los estudios científicos de Humboldt se extendieron a las lenguas indígenas de América, el copto, e incluso el chino. El trabajo de Whorf se basó en la lengua india hopi donde descubrió que las nociones gramaticales más o menos comunes a las lenguas derivadas del indoeuropeo no se aplicaba a esta lengua. Nociones tales como tiempo y velocidad, divisiones entre nombres y verbos, etc., no son conceptos universales. A continuación, seguiré los pasos empíricos de los dos lingüistas aplicando los métodos suyos con el fin de mostrar la influencia que llevan el chino y el español sobre el pensamiento de los propios hablantes.
Enfoque fonético
De acuerdo con lo que hemos mencionado antes, de la primera fase de objetivación, el sonido es indispensable para que se seleccionen las ¨porciones del pensamiento¨ que podrían hallar su fijación en sonidos inarticulados. Pero tales sonidos no serían sino imágenes, y su acción icónica quedaría limitada al resultado del pensamiento. El sonido articulado, por el contrario, lleva a cabo esta acción también sobre el procedimiento mismo del pensamiento. En este sentido, la articulación se revela icónica respecto de la reflexión. El sonido articulado, o más la articulación, es la esencia propia y genuina del lenguaje. Formar el pensamiento quiere decir articularlo mediante el sonido, o mejor dicho, mediante la articulación.
Mediante el sonido, o la articulación se forma y expresa el pensamiento humano. En la lengua china, las palabras negativas son unos ejemplos típicos para observar el pensamiento. En chino, la mayoría de los adverbios negativos son de sonido labial, como “不”,“甭”,“别”,“没”,“否”,“非”. Se ve de estos sonidos que unos son bilabiales y otros son labiodentales. ¿Por qué en el chino el sonido labial es de gran importancia para negar algo? Se sabe que entre todos los órganos articulatorios, los dos labios son los únicos cuyos movimientos se pueden ver por el oyente. Cuando un hablante quiere emitir la negación, quiere llamar la atención especial del oyente y quiere que el oyente observe directamente y rápidamente su inteción, por eso muchos adverbios negativos del chinos son de sonidos labiales.
El mismo fenómeno, se nota en español también. En español, las palabras exclamativas o interjectivas como ¨vale¨, ¨¡Vaya!¨ ,¨¡Venga!¨, ¨Bravo¨ etc., empiezan también por las consonantes labiales, con lo cual se ve la importancia del sentido visual que quiere emitir al oyente el hablante en español igualmente.
Enfoque sintáctico
De acuerdo con la doctrina de Humboldt la gramática se distingue entre una ¨gramática tácita¨ y una ¨gramática explícita¨, cuya realización histórica más coherente se da, respectivamente, en el chino y en el sánscrito, los dos puntos extremos entre los que se sitúan todas las demás lenguas. El español es una de estas lengua en el medio.
Mientras que los idiomas flexivos como español tiende a indicar siempre las relaciones gramaticales, el chino presenta las palabras en aislado, sin proporcionar una guía de dicha relación. En contraste con el español, en el chino no hay diferencia de géneros. No existe conjugación de los verbos dependiendo de los tiempos, modos y aspectos, tampoco exige la concordancia entre sustantivo y adjetivo etc. En chino, cada carácter es una entidad independiente. Esto se añade mentalmente en el acto de hablar y comprender, lo que convierte a la comprensión en un acto mucho más complejo para los hablantes chinos. Con una coherencia admirable, el chino revela en todas las partes de su sistema una gramática tácita. Las relaciones gramaticales le son requeridas al pensamiento. Dicho en otra forma, conversar en chino carga más trabajo a la mentalidad y pensamiento humano para encadenar las relaciones gramaticales que son implícitas. En este sentido, el chino resulta más intelectual y menos lingüístico que el español, por ejemplo. De ahí deriva un rasgo cultural de la nación china, que es dar vueltas en el acto de habla. Siempre se dice que los occidentales hablan en forma más directa que los chinos. Para muchos chinos, antes de llegar al tema central, suele hablar mucho dando vueltas cerca del tema central. Pues, el carácter de la gramática tácita del chino es una razón importante, porque se necesita concatenar muchos conceptos en el discurso no sólo para los hablantes sino también para los oyentes. Este proceso funciona como una formación a la capacidad lógica y mental para los hablantes.
Veamos otro constituyente indispensable del lenguaje, que es la escritura. Según Humboldt en el proceso de afinamiento de la lengua la escritura lleva un papel clave. En efecto, la escritura es la condición misma de ese proceso. Sólo la tradición escrita, al hacer aflorar la individualidad de los diversos hablantes en la huella que queda del acto sintético, permite por una parta que se elabore la estructura de la lengua y por la otra que se forme el carácter. Precisamente la escritura funciona como el fundamento de la lengua. Sobre el cual se va constituyendo la individualidad lingüística.
En el curso del desarrollo de la civilización humana, existían cuatro escrituras más antiguas que son los jeroglíficos de Egipto, la escritura cuneiforme de Babilonia, los ideogramas harappa de la India y los jiaguwen de China. De las cuatro, sólo se conserva y se están usando hasta hoy en día los caracteres chinos. Debido al sistema complejo de los caracteres chinos, aprender, memorizar, saber leer y escribirlos se considera un trabajo que cuesta años y gran esfuerzo para los chinos. Por lo tanto, parece una misión imposible para los hablantes cuyas lenguas maternas no sean el chino. No obstante, gracias a la complejidad y la unicidad de la escritura china, la nación china se ha convertido en una muy observadora y trabajadora. Por un lado, el resultado del reflejo de la escritura en el pensamiento chino se percibe, al mismo tiempo, en otras actividades culturales de los chinos, como las artes marciales, la medicina china etc. Éstos son trabajos laboriosos que requieren mucha paciencia y observación. Por otro lado, la influencia de la escritura china sobre el pensamiento se encuentra en la mentalidad psicológica de los chino. Según la doctrina psicológica, el carácter del ser humano se divide en dos tipos en general. Uno es el carácter racional, introvertido y el otro es sensitivo y extrovertido. Pues, el rasgo de la escritura china elabora el carácter introvertido de la nación china también.
5. Conclusión
A través de la relatividad lingüística whorfiana, conocemos que la lengua se trata de un prisma, de un par de gafas mediante el cual vemos el mundo. Nuestra visión del mundo depende, en cierto sentido, de la lengua de cada uno. Existe una relación sistemática entre las categorías gramaticales del lenguaje que una persona habla y como esta persona entiende y se comporta ante el mundo. A través del lenguaje clasificamos la realidad, por consiguiente, cada lengua es una forma de comprender el mundo, una estructuración conceptual diferente. La percepción de la realidad depende de la lengua. Podríamos decir que cada lengua tiene su mundo. Es una ilusión pensar que uno se ajusta a la realidad esencialmente sin el uso del lenguaje y que el lenguaje son tan sólo medios incidentales para resolver problemas específicos de comunicación. El hecho es que el "mundo real" es en gran medida construido inconcientemente alrededor de los hábitos lingüísticos del grupo.
Es posible que las líneas trazadas del proyecto humboldtiano de estudio del lenguaje no están tan indagada y desarrolladas hasta hoy en día, y hay muchos argumentos en contra de la hipótesis de Whorf en la actualidad. Conocer éste no agota, sin embargo, la tarea de la investigación de la influencia del lenguaje sobre el pensamiento que es algo mucho más sutil, más profundo y oculto, y mucho menos asequible al análisis.
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[1] MORENO, Luis Ferenández (2008): Para leer a Wittgenstein, Madrid, Editorial Biblioteca Nueva.
[2] HUMBOLDT, Wilhelm (1990): Sobre la diversidad de la estructura del lenguaje humano y su influencia
sobre el desarrollo espiritual de la humanidad, Madrid, Centro de Publicaciones del MEC. p. 44
[3] Ibid. p. 54
[4] Ibid. p.207
[5] WHORF, Benjamin (1971). Lenguaje Pensamiento y Realidad, Barcelona, Barral Editores, p.46
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