Probamos muchos platos y antojitos típicos, subimos a la cumbre de la pintoresca Montaña Huang, deambulamos en las antiguas aldeas, presenciamos las representaciones auténticas de la región, y también escuchamos a los ancianos contando su historia de lucha. Durante los cinco días experimentamos lo hermoso de la naturaleza y la cultura del antiguo Huizhou, pero aún no puedo contestar la pregunta: ¿Cuál es la hermosura de esta ciudad milenaria? Claro, se trata de una gran pregunta que merece muchísimas investigaciones, así que solo quiero compartir unas impresiones que surgen en el viaje.

Huizhou, un lugar que nos suena mucho a los chinos cuando mencionan las culturas regionales más representativas de China. Cultura próspera, comercio floreciente, folklore aislado... no podemos decir cuál es el símbolo de esta zona. Me acuerdo de que cuando el autobús se dirigía a la Ciudad Huangshan, el guía me dijo: - Aun en las montañas, no necesitas los letreros para saber si has llegado a Huizhou (la parte sur de la provincia Anhui) o no. Basta con mirar afuera, porque al ver muchas casas con fachadas blancas y tejas negras, sabes que ya estás.

Tiene razón. Poco a poco me di cuenta de que estas casas pueden ser el mayor símbolo de Huizhou, tanto en las pequeñas aldeas como en las zonas comerciales. Me recordaban de un lindo pueblo de México, San Cristóbal de las Casas. Si me permiten describirlo con solo una palabra, será colorido. Cuando bajas del camión, cientos de colores entran en los ojos, algunos de la arquitectura, otros de las plantas. Es una belleza llamativa, como las pinturas al óleo, o los cuentos de hadas. A través de las casas y los templos se siente la pasión del pueblo mexicano, ya que cada detalle está pintado de color atractivo. Sin embargo, Huizhou me presenta una fisonomía totalmente diferente con su estilo: sencillo y sereno, igual que el paisajismo chino. 

De hecho al principio no había descubierto nada bonito de dicho estilo, excepto que me encantaba el sentido de vetustez. Hasta que tuve la oportunidad de apreciar las casas esparcidas entre las montañas en vez de los edificios modernos, empecé a conocer la cultura Hui. Los nativos creen que esta combinación de color armoniza con las montañas verdes y las aguas azules de Huizhou. No quieren que sus huellas rompan esta perfección, por eso lo que buscan no es la belleza de la misma creación, sino la de una armonía de todos los elementos naturales y artificiales, hasta su modo de ser.

Además de la arquitectura, los locales persiguen en todo aspecto la concordancia con su entorno. Todos los seres se ven obligados a adaptarse al ambiente, y ahí en Huizhou, la gente trata de hacerlo de forma poética y elabora su propio matiz, lo cual se puede admirar mediante blanco y negro, madera y piedra, montaña y agua, cielo y tierra.